La palabra «stress» tiene un significado bastante amplio, cualquier acontecimiento que genere un cambio en nuestra vida ya sea para mejorar o no, puede provocar stres y el ritmo de vida que llevamos en la actualidad nos hace más propensos a padecerlo.
Podemos reconocer dos tipos de síntomas:
Los subjetivos: ansiedad, depresión, alteraciones de sueño, conducta agresiva.
Los objetivos: enfermedades físicas.
Más allá del tipo de manifestación, coincidimos con que es un malestar generalizado cuya población de riesgo se encuentra entre las personas que tienen un ritmo de vida intenso.
Tenemos tres momentos en la manifestación del stress: un primer momento que funciona como alarma en donde se puede notar un incremento de la tensión muscular. El segundo momento se caracteriza por la aparición de la ansiedad, tensión y finalmente, el consecuente agotamiento, que coexiste con síntomas de hipertensión, úlceras, cefaleas, etc.
A corto plazo el cuerpo reacciona adaptándose a los síntomas, a pesar del malestar el cuerpo responde de manera funcional. En el caso de sostenerse los síntomas en el tiempo, la salud comienza a deteriorarse y aparecen los problemas crónicos.
Lo importante es responder a los llamados de atención del cuerpo y poder detenerse a tiempo para consultar con un especialista que pueda orientarnos en los pasos a seguir para implementar una serie de cambios en nuestra vida con el fin de no perdernos en el intento.
Lic. Marcela S. Pereyra
Psicóloga
Col. 19259
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web: www.marcelapereyra.com