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EL UNIVERSO DE LAS EMOCIONES

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En esta entrada propongo que nos adentremos en el universo de las emociones, concepto tan conocido como descuidado.

La palabra emoción proviene del latín emovere y significa mover desde o hacia. Se caracterizan por ser estados transitorios que modifican nuestro estado actual.

“Todo sistema racional tiene un origen emocional, ya que los razonamientos lógicos
aceptados nacen de los deseos, gustos y preferencias de cada persona.”

Humberto Maturana

Somos seres emocionales, pero ¿cómo, no es que somos seres racionales? A ver, vamos a intentar aclararnos: durante mucho tiempo se nos identificó como seres esencialmente racionales y claro que lo somos, tenemos un cerebro que nos hace diferentes del resto de los animales, podemos reflexionar, aprender, analizar, razonar y tomar decisiones con él; pero esencialmente somos seres emocionales y es de suma importancia poder aceptarlo para aprender a reconocerlas y gestionarlas. En general, solemos desentendernos de ellas, pero son las emociones, los miedos y las preferencias que nos harán de guía en nuestro camino. Y si las emociones son nuestras guías es haciéndoles frente que podemos ponerlas a nuestro servicio, sin negarlas ni evitarlas.


“No olvidemos que las emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin darnos cuenta.”

Vincent Van Gogh

Para poder dejar de ser presa de nuestras emociones es fundamental aprender a gestionarlas (prefiero la gestión al control, puesto que controlar es algo forzado, requiere un esfuerzo y el control se mantiene hasta que las cosas se descontrolan), pues bien, qué significa gestionar nuestras emociones:

  • Aprender a identificarlas.
  • Ofrecerles un lugar y un tiempo.
  • Observar con qué se corresponde, reconocer su origen, ubicarlas en un contexto.
  • Dejarla fluir, permitirle que se exprese.

Hay un precepto de la programación neurolingüística que afirma que toda manifestación tiene una intención positiva.

Por ej.: cuando se manifiesta en nosotros una emoción que en primera instancia podemos clasificar como negativa, como podría ser el miedo, en lugar de rechazarlo, de querer vencerlo sin más, un ejercicio que hemos de practicar es darle entrada a esa emoción, poder interrogarla e interrogarnos: ¿Qué nos sucede? ¿A qué tememos en ese momento? ¿Cuál es el mensaje de esta emoción? Si logramos reconocer la correspondencia, si podemos darle un contexto, descubriremos la función adaptativa del miedo, que intenta mantenernos a salvo, y a partir de allí, tomar las medidas necesarias para gestionarlo y resolver la situación.

Habrá ocasiones en las que será oportuno dejar de hacer ciertas cosas una vez que hayamos desvelado el mensaje de la emoción “negativa” (porque estamos muy exigidos y necesitamos bajar el ritmo, el miedo puede aparecerse en momentos de estrés, por ej., y aquí radica la intención positiva) y habrá otras, en las que aclarado el origen del temor, podremos seguir adelante.

Si ponemos en práctica este entrenamiento en gestión de las emociones, podremos reconocer nuestras capacidades y nuestras limitaciones, dicho de otra manera, con qué recursos contamos y qué es lo que necesitamos mejorar y con toda esta información es que podremos ponernos en acción, poniendo el registro emocional a nuestro favor.