Sentir bien para vivir mejor

Sentir bien, parafraseando a José Antonio Marina, es experimentar los sentimientos adecuados que nos informan mejor de la realidad y nos ayudan a realizar proyectos de vida.

No hablamos de sentirse bien. Hace tiempo que dejamos de ver las emociones como simplemente “positivas” o “negativas”: las emociones corresponden con las experiencias que vivimos. Pueden ser de todo tipo y no buscamos evitarlas, ya que nos están intentando decir algo. 

Ante situaciones nuevas, de cambio o de incertidumbre, es completamente natural inquietarse, sentir inseguridad o nervios – son respuestas psicológicas, y a menudo también físicas, que nos alertan de un riesgo o peligro. Funcionan como mecanismos básicos de defensa y sirven para protegernos.

Sin embargo, seguro que alguna vez has sentido que se te activan emociones desmesuradas como el pánico, la ansiedad o el miedo paralizante. Estas emociones, aunque también naturales, no nos protegen, sino que nos limitan.

Cuando hablamos de sentir bien, queremos decir que las emociones son acordes con la situación que vivimos.

Forma parte de la inteligencia emocional poder analizar la situación que estamos atravesando, identificar la dificultad o novedad que nos supone y reconocer la emoción correspondiente que la acompaña. Practicar este ejercicio nos permitirá saber si la emoción que se ha despertado es proporcional.

En cualquiera de los casos, las emociones deben escucharse para aprender qué nos están diciendo, en lugar de rechazarlas o anularlas. No son nuestras enemigas, están ahí para ayudarnos. Sentir bien es importante para que las emociones no nos incapaciten. De esta manera, podremos hacer frente a retos y desafíos sin desbordarnos.

Entonces, ¿cómo evitamos que nuestras emociones nos limiten sin reprimirlas? El secreto está en modular la intensidad.

Si bien es cierto que todos sentimos de manera y a una intensidad diferente, es importante recordar que las emociones están a nuestro servicio y no nosotros al de ellas.

Aprender a sentir bien es un proceso, no se consigue de la noche a la mañana. Además, depende de muchos factores: nuestro nivel de autoconfianza, nuestro propio ritmo, el autoconocimiento, o el saber respetar los momentos de productividad y los momentos de pausa.

En la sociedad en la que vivimos, no estamos acostumbrados a parar, a escuchar, a respetar. Especialmente cuando se trata de nosotros mismos. Es fácil llegar a un punto en el que sentimos que no podemos gestionar nuestras emociones. Estamos acostumbrados a responder.

A veces, no querer aceptar nuestras emociones puede activar emociones incapacitantes. Pero ¿qué pasaría si nos paráramos a escuchar, si nos tomáramos un momento de pausa para descubrir qué nos están queriendo decir?

Te propongo un ejercicio:

Cuando surja una emoción que te incomode, tómate un momento de pausa.

Identifícala, céntrate en interrogar esa emoción.

¿Qué estás sintiendo? ¿Hay algo que justifique esta emoción?

No la juzgues, ni a ella ni a ti. Esa emoción te está intentando decir algo.

Si identificas algo que justifique esa emoción, acéptala y dale la medida que merece.

Por ejemplo: Si mañana tienes una entrevista de trabajo y estás nervioso, lo que te pasa tiene relación con una situación objetiva. Acepta los nervios y date permiso para convivir con ellos. Quieres estar a la altura de ese trabajo y no sabes cómo va a ir la entrevista. Es una respuesta natural, esos nervios te están diciendo que te importa y que deberías prepararte bien esa entrevista. Pero no dejes que esa emoción se apodere de ti ni intentes rechazarla. Tómate tu tiempo. Si puedes aceptar que esa emoción se corresponde con la situación en la que estás, tú mismo estarás recuperando un estado de calma y aceptación.

Como he dicho antes, hay casos en los que sentimos que no podemos gestionar nuestras emociones. A lo mejor practicas este ejercicio y no consigues identificar la situación que está activando esa emoción (aunque siempre la hay). Ahí es donde entra la ayuda profesional de un psicólogo. En la terapia psicológica, se crea un espacio de reflexión y autoconocimiento en el que puedes identificar tanto tus emociones como lo que las está causando, trabajar en tu autoestima y autoconfianza, y aprender a usar tus emociones como una herramienta y no como un castigo.

Si estás pasando por un momento de cambio en tu vida y crees que necesitas ayuda, te invito a emprender un camino hacia el bienestar, en el que puedas, como dice mi lema, sentir bien para vivir mejor.

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Marcela S. Pereyra Rojas - Doctoralia.es